Es una de las preguntas más comunes cuando llega el frío: ¿cuál es la mejor manera de calentar la casa? La realidad es que no existe una única respuesta. Depende de las condiciones de cada vivienda.
El clima en el que vives, el aislamiento del edificio, el tamaño de la vivienda y su distribución… Los factores que influyen son tan numerosos que da para varios estudios.
Estos son los principales sistemas de calefacción:
Gas: la mejor opción si tienes acceso a la red
Es uno de los sistemas más utilizados en España, debido a que la red de gas lleva su canalización a más de 1.700 municipios.
De esta manera, no tienes que preocuparte de conseguir ni almacenar el combustible, ya que te llega por una tubería.
Una caldera que calienta agua y la envía a una serie de radiadores repartidos por las habitaciones. El resultado escalor prácticamente instantáneo, agradable y homogéneo.
Es un sistema muy versátil, válido tanto para pisos pequeños como para mansiones.
El inconveniente es si vives en lugar que no tiene acceso a gas canalizado (zonas rurales o casas aisladas). En estos casos tendrías que preocuparte por conseguir y almacenar el combustible (mediante bombonas que se van reponiendo o tanques de almacenamiento que se rellenan una o varias veces al año).
Si la vivienda no tiene la instalación hecha, será necesario una obra de cierto calado.
Radiadores eléctricos: climas cálidos y/o pisos pequeños
Otro de los sistemas más habituales, con la ventaja de una instalación sencilla que no requiere más obra que la de colocar los radiadores en la pared. Y si hablamos de radiadores portátiles, ni tan siquiera eso.
Los radiadores elegidos se enchufan y empiezan a calentar. Es una opción interesante para lugares de clima cálido, donde va a hacer falta poca calefacción y en pocos momentos del año.
También merecen la pena en segundas viviendas y en pisos pequeños y bien aislados que se calientan rápidamente.
No es el sistema indicado para casas grandes y/o climas fríos.
Suelo radiante: para los inviernos más crudos
Aunque se ha puesto de moda como el último grito, los romanos ya disfrutaban de suelo radiante a su manera (mediante un horno de leña y una canalización que llevaba aire caliente bajo las baldosas).
El sistema actual no es tan diferente, aunque lo que circula bajo el suelo son o bien tuberías de agua que se calienta con una caldera o bien resistencias eléctricas. En cualquier caso, el calor irradia desde el suelo y se distribuye uniformemente por toda la casa.
Es el sistema más confortable allí donde los inviernos son largos y duros. Además, el propio suelo radiante aporta un aislamiento térmico que te hará ahorrar entre un 10% y un 30% en tu consumo de calefacción.
La bomba de calor es una calefacción multiusos que te permite tener calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Todo en un solo aparato, y con una eficiencia energética espectacular.
Instalación rápida y barata, pero a cambio hay que asumir que el ambiente se resecará y que el ligero ruido que generan algunos modelos puede resultar molesto.
Es muy recomendable para segundas viviendas, ya que calientan la casa a gran velocidad.
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