Fuente: https://www.ducasa.com/consejos-de-ahorro/
Presta atención a tu contrato de suministro.
Ajusta las potencias contratadas a los consumos que tienes en casa. Piensa que no todo tiene que funcionar a la vez. Si utilizas aparatos que te permiten consumir energía cuando otros no lo hacen y a la inversa, es muy posible que puedas reducir tu potencia de contratación. Habla con tu instalador autorizado.
Revisa los consumos de electricidad.
Puede que tu tarifa eléctrica tenga unas condiciones en las que te puede resultar muy interesante encender aparatos de calefacción en horas en las que la electricidad es más barata. Existen aparatos con acumulación que se pueden cargar en horas en que el servicio es más económico, para poder utilizarlos sin consumo durante el resto del día.
Compara ofertas.
Comparar las diferentes ofertas de sistemas de calefacción que el mercado ofrece y elegir la que mejor se ajuste a tus hábitos de consumo es otra de las claves que te puede ayudar a ahorrar. Contempla la inversión del sistema y el gasto posterior que comporta utilizarlo.
Revisa el aislamiento.
Entre el 25 y el 30% de las necesidades de calefacción de un hogar se deben a pérdidas de calor que se originan en las ventanas, según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Por ello, es necesario comprobar que la vivienda cuenta con sistemas de aislamiento adecuados que no dejen entrar el frío y no faciliten vías de escape del calor.
Baja la temperatura si sales de casa y apágala de noche.
Salvo en casos de frío extremo, no es necesario mantener la calefacción por la noche, y nos permitirá reducir el gasto de forma considerable. Por otro lado, si vamos a salir unas horas, podemos bajar la temperatura a 15 grados para mantener el nivel de confort.
No cubras los radiadores.
Colocar un mueble demasiado cerca o poner ropa húmeda encima de un radiador para que se seque más rápido no es recomendable si queremos sacar el máximo partido a nuestra calefacción. El consumo será mayor y también aumentará la factura.
No todas las estancias de la casa son iguales.
Hay estancias que sólo se utilizan a determinadas horas del día. Por lo tanto, no es necesario que estén siempre calientes. Otras sí que se utilizan más. No descartes la posibilidad de un sistema mixto de calefacción para cubrir tus necesidades por zonas.
No calientes las habitaciones vacías.
Para no derrochar, una buena solución es desactivar el sistema de calefacción en las habitaciones que no utilices. Si no lo haces, aumentarás tu gasto de forma innecesaria.
Programación del encendido y la temperatura.
Si solo estás en casa unas horas al día, dejar la calefacción encendida durante toda la jornada no es rentable ni sostenible. La mejor opción es programar su encendido y temperatura aproximadamente una hora antes de que llegues a casa. Así te la encontrarás caliente y acogedora al llegar, sin necesidad de gastar de más.
Mantén una temperatura de confort.
Utilizar la calefacción a una temperatura demasiado elevada provoca un gasto extra innecesario. Mantenerla a 21 grados es suficiente para calentar un hogar. Recuerda que la calefacción no tiene el objetivo de reproducir las temperaturas del verano para ir por casa en tirantes. Lo lógico es vestirse con prendas de cierto abrigo correspondientes al período, y, de paso, evitar que la factura se dispare. Con un termostato te resultará más sencillo mantener una temperatura óptima durante todo el día y ahorrarás entre un 8 y un 13% en tu consumo. Además, recuerda que puedes controlar el funcionamiento de tu calefacción desde cualquier punto, a través de Internet.
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